Durante años, Entel enfrentó varios desafíos tecnológicos para competir exitosamente en el mercado de las telecomunicaciones. Los sistemas legados tenían una funcionalidad limitada para respaldar y crear nuevas ofertas, los canales digitales eran que requerían evolucionar en términos de experiencia del cliente y el soporte estaba en manos de terceros, lo que limitaba la estrategia de lanzamiento al mercado y una serie de otras funciones como ventas y desarrollo de productos. Entel necesitaba contar con el soporte tecnológico que le permitiera innovar de manera ágil y acorde a las necesidades, cada vez más inmediatas, de los clientes.
En 2015, asumiendo lo imperante de esta transformación, Entel comenzó un proyecto de transformación digital. La idea era definir una estrategia de arquitectura empresarial y un marco de arquitectura técnica con una filosofía de "pensar en grande, comenzar en pequeño, escalar rápidamente" para gestionar el riesgo y fusionar operaciones en Perú y Chile y simplificar la complejidad del negocio. Entel también quería construir relaciones a largo plazo con proveedores y socios, y eventualmente elegiría Elastic para unificar la observabilidad multinacional en Chile y Perú, que habían operado independientemente el uno del otro. Entel comenzó la transformación del negocio siguiendo un modelo de gobernanza sólido, con un equipo funcional dedicado para respaldar las operaciones, la gestión del cambio y garantizar la calidad de los datos de extremo a extremo.
Antes de la transformación digital, cada país tenía su propio conjunto de equipos, procesos y herramientas que trabajaban con sistemas heredados para registro, visualización, monitoreo y análisis. Tener estas herramientas separadas no solo era un desperdicio, sino que eran costosas de mantener.